Magdalenas moradas

Los que penséis que estas magdalenas tan monas han sido fruto de un gran trabajo intelectual y de una planificación meticulosa os equivocáis totalmente. Os cuento:

A media mañana y después de haber hecho todas las tareas del hogar, andaba yo algo aburridilla y he recordado que quería experimentar con  el chocolate elástico, y más en concreto quería ver si podía teñir el chocolate blanco. Así que ni corta ni perezoso he cogido una tableta de chocolate de dicho color y lo he llevado al baño maría junto con la famosa "falsa miel", y el resultado aparentemente ha sido bueno. He obtenido una pasta bastante elástica y moldeable. Por supuesto sé que el chocolate requiere de colorantes alimenticios especiales para teñirlo, sin embargo en algún sitio leí que si se mezclaba con grasa, aceite o mantequilla, se podía hacer utilizando colorante en gel, que es el que yo tengo. Así que he cogido media cucharadita de mantequilla (prácticamente fundida) y le he puesto un poco de colorante en gel color morado. He removido bastante hasta que he obtenido un líquido morado. Después he puesto en un bol un poco de masa elástica de chocolate blanco y le he añadido el líquido morado, y cual ha sido mi sorpresa cuando al amasar un poco he obtenido una masa morada muy parecida al fondant pero...¡con sabor a chocolate!

Así que corriendo quise probarlo en algo y pensé hacer unas magdalenas con la receta del bizcocho que más me gusta, el paso a paso lo tenéis aquí.

Mientras se cocinaban he ido inventando un frosting para adornar las magdalenas y poder utilizar mi fabulosa pasta de chocolate. He puesto en un bol queso cremoso, varias cucharadas de leche en polvo, azúcar glas y en un intento de darle color, un poco del jarabe que quedó de una mermelada de fresas casera (que no tiñó nada). Y bueno no estaba mala del todo...pero no me convencía, así que recurrí a santa nata montada y después de repensarlo decidí mezclar mi mejunje con la nata y....eureka, quedo una mezcla manejable y de sabor muy agradable, y lo más importante, ¡sin necesidad de añadir mantequilla!

Pero no todo ha sido de color de rosa ya que la masa de chocolate no mantenía la forma que quería darle, de hecho las florecillas que al final hice se pegaban en los dedos y se acababan rompiendo. Al final tuve que meterlas un poco en el congelador para poder manejarlas. De modo que tendré que seguir modificando ingredientes para conseguir una pasta con la que trabajar sin problemas.

Y ésta es la historia de estas magdalenas. Bueno, todavía no son historia completamente porque quedan seis en la nevera, :) 

Un beso y hasta la próxima.